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Es hora de adaptarse al clima cambiante: ¿qué significa para el agua?

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A medida que la COP24 en Polonia alcanza su punto medio, se está volviendo angustiosamente obvio que alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a menos de 2 grados centígrados será extremadamente desafiante. Reconociendo que millones de personas en todo el mundo ya se enfrentan a las graves consecuencias de fenómenos meteorológicos más extremos, el plan recientemente anunciado por el Grupo del Banco Mundial sobre financiación climática para 2021-2025 incluye un impulso significativo para la adaptación.

Video del World Bank Group. Embed from https://www.bancomundial.org/

El cambio climático afecta los recursos hídricos ante todo. Sus impactos se canalizan a través del ciclo hidrológico y son impulsados por el agua a través de la economía, la sociedad y el medio ambiente. El agua conecta sectores, desde la energía y los bosques hasta la agricultura y el desarrollo urbano, y tiene un papel fundamental tanto en la mitigación como en la adaptación climática.

A medida que el mundo se vuelve más cálido, húmedo y seco debido al cambio climático, la seguridad del agua se ha convertido en una prioridad mundial. Hasta 4 mil millones de personas ya experimentan estrés hídrico en algún momento del año. En 2017, los desastres naturales, la mayoría relacionados con el clima, afectaron a casi 100 millones de personas y costaron un estimado de $ 335 mil millones de dólares. La escasez de agua, agravada por el cambio climático, podría costar a algunas regiones hasta un 6% de su PIB, estimular la migración y provocar conflictos.

El impacto de la escasez de agua en el PIB

impact of water scarcity on GDP
Impact of water scarcity on GDP

La primera línea de la adaptación climática se enfrenta a la nueva realidad de lidiar con demasiada o muy poca agua, lo que requiere formas nuevas y más efectivas de administrar este preciado recurso. Las políticas de gestión del agua deficientes o inexistentes exacerbarán los efectos del cambio climático en el agua, mientras que una gestión adecuada del agua puede neutralizar muchos de los impactos del cambio climático relacionados con el agua.

¿Qué significa esto para nuestro trabajo relacionado tanto con los recursos hídricos como con los servicios de agua? ¿Cómo podemos ayudar a traer nuevas herramientas y prácticas para contribuir a una agenda de adaptación más amplia?

Más importante aún, debemos ampliar nuestra visión más allá de la tradicional “gestión integrada de los recursos hídricos” y considerar el ciclo hidrológico completo: el clima, las cuencas hidrográficas y el agua. Esto significa llegar y contribuir a agendas más amplias, incluida la gestión del riesgo de desastres, los paisajes sostenibles, las ciudades resilientes y la agricultura climáticamente inteligente. El agua es el gran conector entre estas agendas; en muchos sentidos, el agua es para adaptar lo que es la energía a la mitigación. Necesitamos formular políticas de uso inteligente del agua, crear agencias sólidas de gestión de recursos hídricos, desarrollar planes de cuencas fluviales e invertir en infraestructura hídrica resistente. La gestión del agua es fundamental para la adaptación climática al garantizar asignaciones de agua eficientes y flexibles, cerrar la brecha entre el suministro y la demanda de agua y garantizar la sostenibilidad ambiental.

El clima, las inundaciones y las sequías impulsan la gestión de los recursos hídricos y la gestión del riesgo de desastres. Necesitamos trabajar en todos los sectores para garantizar que nuestros clientes reciban los mejores servicios climáticos posibles. Las cuencas hidrográficas saludables vinculan el clima y los recursos hídricos y están en el corazón de los paisajes sostenibles. Para que las ciudades sean resilientes, también deben ser sensibles al agua.

clima seco vs clima sano

Deberíamos poner más énfasis en el agua en la agricultura, tanto por razones de seguridad alimentaria como de gestión de recursos. La agricultura representa del 80 al 90% de nuestro consumo de agua, y gran parte de ella se utiliza de manera ineficiente. De la misma manera, el riego fue clave para la Revolución Verde a mediados y finales del siglo XX, también será el punto de pivote para la agricultura climáticamente inteligente y para hacer frente a la escasez de agua. Necesitamos una segunda revolución que mejore el rendimiento de los mismos sistemas de riego que se construyeron durante la Revolución Verde. Esto requiere no solo la modernización de la infraestructura, sino también instituciones reformadas y nuevos conceptos operativos para brindar servicios de riego más flexibles y eficientes. Nuestro gran desafío es encontrar la manera de desatar el nudo gordiano de la reforma institucional en el sector del riego.

Por último, debemos salvaguardar los sistemas de agua y saneamiento que son la base de las mejoras en la salud pública y el desarrollo urbano, los motores de la prosperidad. Esto significa construir una cartera de fuentes de suministro de agua, incluidas aguas superficiales y subterráneas, reutilización, desalinización; proteger la calidad del agua de origen; y gestionar la demanda mediante la fijación de precios y la conservación. Nada de esto sucederá en muchos países hasta que se aborde el talón de Aquiles del WSS: mejorar el desempeño de los servicios de agua.

Con el riesgo viene la oportunidad. Tenemos la oportunidad de volver a centrarnos en problemas de larga data con la nueva urgencia de la adaptación climática. Como implora la nueva Estrategia de Adaptación y Resiliencia del Banco Mundial: Hacer más, hacerlo mejor y hacer lo nuevo. ¡Vamos!

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